^“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”

Misericordia. Alguien una vez definió que, “misericordia es No recibir lo que Sí merecemos”. Explico:

Merecíamos el castigo eterno, pero la misericordia de Dios no nos dio eso, envió a Jesús para morir en la cruz para perdonar nuestro pecado. Es algo que, por nosotros mismos, no merecíamos, pero, recibimos gratuitamente.

Si pensamos en ese principio, cuando leemos ese pasaje, Jesús nos inspira a dejar a un lado lo que nosotros creemos que es lo “justo” para el otro, y actuar con misericordia.

La palabra que camina junto con la misericordia, según el autor del libro el sermón del monte, es compasión.

Ser misericordioso es dar importancia a lo que el otro está necesitando, que no siempre es una necesidad física. Es estar, escuchar, alentar. Quizás sí, ofrecerle algo que le dé confort físico, pero, la clave es ponerse en lugar del otro, más allá de mi propria voluntad, llevándole a un cambio.

Jesús sigue diciendo, "porque ellos alcanzarán misericordia". Es un ida y vuelta; dar y recibir.

Si somos misericordiosos, alcanzaremos esa misma misericordia, tal como amar al prójimo como a uno mismo. Vivir acorde a ese principio nos ayuda a mirar al otro de una manera diferente. Todos somos objeto de la gracia de Dios, gracia que Dios nos da gratuitamente, sin que merezcamos. ¿Por qué no podemos actuar con misericordia hacia nuestro prójimo?

No podemos pretender alcanzar perdón y misericordia de parte de Dios, si nosotros no perdonamos y actuamos con misericordia hacia aquel que está en necesidad.

Cuidémonos para no convertirnos en juez del otro, juzgando y quitándole la oportunidad de experimentar la misericordia.

Practicar la misericordia es una parte esencial de la vida que Jesús nos enseña a vivir, de hambre y sed de justicia, mansedumbre…

Oración: Señor, que a cada día yo pueda buscar esa práctica, esforzarme para vivir en misericordia, no porque quiero recibir lo mismo, si no, porque es lo que Tú esperas de mí.

“Si tu no me das compasión, llenándome de tu puro amor, jamás yo podré a las almas amar, cual tú las amaste, Señor” -Canción 258

Capitana Elisa Evans 

Responder al llamado de Dios para servirle como Oficial del Ejército de Salvación es una bendición, pero también implica aceptar algunos desafíos y sacrificios personales.  

A los 23 años, en un campamento de jóvenes en Salto – Uruguay, recibí un fuerte llamado de Dios a servirle a tiempo completo. En ese momento fue una decisión muy fácil de tomar, le dije que sí, no había mucho que pensar; era un privilegio entregar todo mi tiempo al Señor. Pero ¡sí había que pensarlo! porque esto afectaría toda mi vida, y cambiaría rotundamente todo lo que había pensado y planificado para mi futuro. 

Fui un chico del interior, criado con mis abuelos maternos, siempre vinculado al agro, en cada oportunidad que tenía iba al campo con mis padres y hermanas. Las reuniones familiares hacían parte de mi vida, siempre estuvimos juntos, nunca me alejé de ellos por más de tres meses. Estudié todo lo que pude vinculado al agro, administración y gestión agropecuaria; administraba una agro-veterinaria, luego empresas arroceras y ganaderas, hacía lo que me gustaba. Estaba recién casado y construyendo nuestra casa propia. Recién convertido, empezaba a servir a Dios en el ministerio juvenil, y de pronto tengo que tomar una decisión: dejar a mis seres queridos, dejar de hacer lo que me gustaba, mi casa, y responder a un llamado que no me permitía planificar a futuro, ni tener el control, como el llamado de Abram: “El Señor le había dicho a Abram: Deja tu patria y a tus parientes y a la familia de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré.” Génesis 12:1 NTV 

¿Qué podría decirle a mi familia? En realidad, ni yo sabía dónde iba a ir. Solo había un llamado que nos involucraba a mi esposa y a mí, pero que también afectaba a todos los que nos rodeaban. Este fue el primer desafío y sacrificio que tuve que enfrentar. Nos llevó 3 años meditarlo, asimilarlo y concretarlo, y en septiembre del 2018 comenzó el viaje “a la tierra que yo te mostraré”. 

El ministerio es un constante desafío y constantemente debemos enfrentar sacrificios, en todas las áreas. En lo familiar, la distancia, no estar en los cumpleaños, casamientos, reuniones familiares, pérdidas de las personas que amamos; en lo laboral, cambiar mis aspiraciones por las del Reino; mis planes y metas; compartir el ministerio con mi esposa. En cada uno de ellos me sostuvo la poderosa mano de Dios y la convicción del llamado, he confiado en las promesas de Dios: “te bendeciré y serás de bendición” (Genesis 12:2). 

En los lugares donde hemos estado Dios nos permitió encontrar padres, hermanos, sobrinos, hijos; pudimos compartir momentos importantes con otras personas, también momentos de dolor y pérdida; en cada lugar el Señor nos dio sueños, puso en nosotros nuevas metas y nos sostuvo. 

Cada mañana escucho la voz de Dios diciéndome: “¿A quién enviaré como mensajero a este pueblo? ¿Quién irá por nosotros?”, y decido responderle como Isaías: “Aquí estoy yo. Envíame a mí.” Sé que vendrán nuevos desafíos y más sacrificios, pero las promesas de Dios son buenas y traen paz. 

Teniente Luis Carlos Silveira 

"El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor"

-1 Juan 4:8

Los conflictos sociales, bélicos y grandes que golpean la sociedad hoy son muy crueles para quienes no están acostumbrados a ver noticias malas en un día común. El problema bélico israelí-Palestino, genera mucha incertidumbre y congoja al momento de ver, escuchar o leer lo que pasa. No se entiende cómo tanta gente inocente puede morir. 

Los conflictos sociales, inseguridad ciudadana, problemas económicos, son situaciones que salen de control y generan mucho odio en el colectivo social. 

Encontrar amor o un "alto al fuego" en medio de estas alteraciones sociales, puede ser una misión un tanto extensa y difícil de lograr. Brindar ayuda o sentir empatía por el otro se hace cada vez más complejo, la duda e incertidumbre no posibilitan obrar bien. Estar a la defensiva y pensar que el otro me quiere hacer daño siempre es una actitud recurrente en la actualidad. No se puede demostrar amor. 

La pregunta por el amor ha convocado desde siempre al ser humano, pues él se encuentra en el centro del vínculo social. El amor aparece en la cultura, como aquello que da un sentido particular a la vida y como la promesa con la que algunas personas esperan encontrarse en un momento vital. 

Pese a ello, el amor, toda vez que trae consigo también el vínculo con el otro, no debe pensarse solo del lado de la felicidad, sino que también trae consigo una parte que se sitúa del lado de la imposibilidad subjetiva y de la queja humana. Esto pone de manifiesto algo más: una parte del amor opera desde el lado del inconsciente (eso que es imposible controlar) que da lugar al padecimiento humano, y la dificultad del encuentro con el otro y con la falta, constitutivos ambos de toda subjetividad. 

Hablar de amor desde el psicoanálisis, supone recorrer la enseñanza primera de Sigmund Freud, que resulta central tanto en la práctica como en la teoría psicoanalítica. El amor, al lado del odio, fue el pivote para los inicios del estudio y la práctica del psicoanálisis, constituyendo gran interés para el desarrollo y comprensión de la psiquis humana. 

Más adelante, mediante el francés Jacques Lacan, entenderemos que el amor es una carga libidinal depositada en una persona, objeto, actividad. Entonces, por un lado, tenemos al sujeto que reconoce que algo le falta, y por otro, un pensamiento de completud ilusoria: “Ese es mi complemento, mi media naranja”; cayendo en una ilusión romántica o poética cual Neruda en su prosa: “Todo lo llenas tú, todo lo llenas” (Neruda, 2004, p. 5). 

El asunto de completud, aparece como algo engañoso, un sentimiento inexplicable pero engañoso, puesto que la persona que busca amor posiciona al otro como el que colmará su falta y que puede ubicarlo (a) en un lugar diferente si logra conquistar su amor, es decir, el sujeto desea ser amado por esa elección de amor que hizo. 

Dios es amor y entender su soberanía como amor absoluto sobre la tierra, nos posiciona en un lugar diferente de entrega. Desde el espacio o ministerio que ejerzas, da, entrega, escucha, porque la sociedad necesita eso. Y al mismo tiempo busca primero el reino de Dios y todo lo demás será añadido en tiempo y forma celestial.  

Referencias bibliográficas: 

NERUDA, P. (2004). Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Centro de Estudios Miguel 

Enriquez. Recuperado de: 

http://www.archivochile.com/Homenajes/neruda/de_neruda/homenajepneruda0007.pdf

Psicólogo Clínico Herlan Bravo

En los últimos años se ha producido un gran avance en materia de paridad entre hombres y mujeres. Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer hacia la igualdad. Existen en las relaciones familiares, sutiles actitudes o comportamientos ya naturalizados, realizados de forma automática, con los que se van imponiendo y prevaleciendo razones, intereses, privilegios de los hombres por sobre las mujeres.  Estos se transmiten culturalmente, pero podemos evitarlo, cambiando los modelos de crianza desigual entre niños y niñas. Los más pequeños aprenden por sí solos que existen diferencias físicas entre los varones y las mujeres; pero también aprenden comportamientos, actitudes y expectativas ligadas a los roles de cada uno. Si no nos damos cuenta a tiempo, aprenderán la forma tradicional, asignando a las mujeres y a los hombres derechos y oportunidades, donde la mujer siempre tiene menos. 

Para realizar esos cambios en las nuevas generaciones podemos fomentar nuevos comportamientos, por ejemplo: 

• Todos ayudan en las tareas del hogar- Involucrar por igual a varones y mujeres, además de fomentar la autonomía, les da sentido de responsabilidad. No obstante, lo más importante es educar con el ejemplo; entonces papá y mamá se repartirán las tareas del hogar. 
• Las niñas también pueden meter goles- Animar a las niñas a practicar deportes, y mostrar que pueden ser tan buenas como los niños, y que solo se trata de darles la oportunidad de desarrollar sus habilidades. Para eso hay que facilitar espacios de juegos en común, compartidos, donde sean respetadas y tratadas con igualdad. 
• Profesiones- No hay género para las profesiones. Podemos animar tanto a niños como a niñas, a que sean lo que desean; que sueñen con aquello que les fascina o admiran, y ofrecer ejemplos de hombres y mujeres referentes en esa profesión.  

Además de fomentar estos cambios, desde las conductas cotidianas, debemos tener en cuenta lo que nos enseña Dios en su palabra. Comenzando en Génesis, donde nos dice en los versículos 26 y 27 que mujeres y hombres fuimos creados a su imagen y semejanza. En el Nuevo Testamento se nos deja bien en claro que: Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer…” (Gálatas 3:28). Además de todos los relatos en los que Jesús enseñó y se valoró a las mujeres, las trató con respeto y las hizo respetar; nunca las excluyó. 

Algunas enseñanzas que podemos impartir para poner en práctica estas verdades son: 

• Enseña a tus hijos/as a realizar las tareas domésticas (barrer, hacer la cama, etc.) 
• Permite y valida la expresión de sentimientos para ambos géneros; no digas “los hombres no lloran”, o “pareces una nenita llorando”. 
• Participa con tus hijos/as, estimulando su creatividad e imaginación. 
• Permite tanto a niñas como a niños que practiquen deportes, cualesquiera que sean. 
• Los juguetes deben fomentar el desarrollo, tanto de niños como de niñas. Procura que se interesen en los juegos de mesa, que estimulan la igualdad y fomentan la cooperación. 
• Enseña a resolver los conflictos de manera constructiva y positiva. 
• Procura que, tanto niños como niñas, accedan a todos los niveles de educación. 

Qué bueno que en nuestro movimiento, el Ejército de Salvación, varones y mujeres podemos utilizar al máximo los dones y talentos que el Espíritu Santo nos da. 

Recordemos que Dios ama a todos sin condición, y nos ha enseñado a través de la vida de Jesús, que todas las formas de dominación y señorío son corruptas, injustas y contrarias a la voluntad divina. 

Sigamos trabajando, enseñando y siendo de influencia para que las generaciones que nos siguen vivan bajo la luz de un Dios de amor e igualdad. 

Autores: MMFF, Capitana Verónica Centeno y Capitán Alexis Vargas

“El cáncer de mama es uno de los tipos de cáncer más común en las mujeres en la Región de las Américas: más de 462.000 mujeres fueron diagnosticadas y aproximadamente 100.000 de ellas mueren por este tipo de cáncer cada año”. 

Por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, el 19 de octubre se celebra mundialmente el Día Internacional de lucha contra el Cáncer de Mama, con el objetivo de crear conciencia y promover que cada vez más mujeres accedan a controles, diagnósticos y tratamientos oportunos y efectivos. 

Las Almohadas del Corazón están hechas como una manera de dar mayor confort a las mujeres durante su recuperación de la cirugía; se entrega este “regalo” a ellas como un acto de amor y apoyo. 

Por entender que esta es una lucha importante para las mujeres, el Ejército de Salvación está involucrado en este tema, no solamente concientizando a las mujeres sobre la necesidad del autoexamen y los exámenes de rutina, sino también apoyando a aquellas mujeres que tuvieron que someterse a cirugía por causa de esta enfermedad. 

Cada año, el Ejército de Salvación lleva cientos de almohadas hechas por mujeres comprometidas con esta causa. Algunas de ellas son de nuestros programas, otras son voluntarias que apoyan el programa, y otras son mujeres privadas de libertad que confeccionan no solamente las almohadas, sino también la tela, dando así su propio toque especial.