La Salud Mental Importa

Autor: Lic. Herlan Bravo - Psicólogo Clínico

Salud Mental ¿Un imposible?

“No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús”.  

Filipenses 4:6-7 

Hablar de salud en estos tiempos se volvió mucho más significativo y, entre nosotros, hasta se valora más el saludo común: “cuídate”. Actualmente transitamos los ecos del COVID-19, aquel virus que se convirtió en pandemia y que se llevó consigo muchos seres humanos. Seguramente, más de un lector vivió estas emociones de una manera particular que nadie más pudo sentir.  

Los ecos pueden ser un retorno atroz porque no sólo son recuerdos, sino también vivencias en cuerpo que regresan a reproducir escalofríos y se vuelve a pensar en aquel que ya no está o en aquella que aún padece de las famosas secuelas de esta enfermedad. 

Ya introduje el verbo pensar, y qué manera de pensar en esos días de soledad o en esos otros de aislamiento que muchos atravesaron porque tenían que estar lejos de la familia (por precaución). O pensar en que ya no se podía vivir la cuarentena y esperar aquel ansiado día en donde se anuncie que la pandemia concluyó. 

De acuerdo con las estadísticas, esta etapa que atravesó la sociedad fue cataloga como una de las peores vividas en la historia mundial. Además, los casos de suicidio aumentaron y las alteraciones mentales fueron mucho más fuertes después y durante el colapso sanitario.  

Definitivamente fueron días críticos, y en algún punto voraces, porque se comían los sueños, deseos y anhelos que cada uno tenía y quería cumplir en ese tiempo. Días inconcebibles para muchos, cual guión terrorífico escrito por Stephen King y actuada por cada uno de nosotros.   

A continuación, voy a presentarles algunos conceptos que ayudarán a entender qué es “salud” y, posteriormente, qué es “salud mental”. 

Según la medicina, el significado de salud engloba un bienestar total, en el cual un organismo vivo no tiene ninguna lesión ni padece ninguna enfermedad y así puede ejercer con normalidad todas sus funciones.  

Ahora, para comenzar a hablar de salud mental, citaré al escritor mexicano Carlos Cuauhtémoc Sánchez, y voy a parafrasear lo que dijo en uno de los capítulos de su libro, “Ser feliz es la meta”:  

“Siendo estudiante decía:   
Cuando termine la carrera, seré feliz. La terminé y me convertí en un desempleado.  
Cuando tenga trabajo seré feliz, conseguí trabajo, pero me di cuenta de que ganaba poco dinero. 
Cuando sea rico seré feliz, me volví millonario y me di cuenta de que estaba sólo.  Cuando me case seré feliz, lo hice y vi que mi esposa y yo discutíamos por todo. Cuando tenga hijo seré feliz (…)”. 

Podríamos preguntarnos, ¿qué tan sano puede ser intentar y que no funcione sin reconocer que la falla está en la persona misma? 

El concepto de “salud mental” encierra una polisemia de sentidos. Nos podemos referir a distintos problemas invocando su nombre. Para avanzar tenemos que diferenciarlos, sino podemos llegar a malentendidos que no son sólo fruto del lenguaje. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la Salud Mental como “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”. 

Sin duda, bajo esta definición sería imposible estar sano; no existe un estado de bienestar completo o absoluto. Desde el psicoanálisis, consideramos que es estructuralmente imposible para el ser hablante el completo “bienestar”. Tenemos que lograr un saber hacer, cada uno, de forma singular, con esa falta estructural que introduce el lenguaje al despojarnos del instinto.  

Freud señalaba que nuestro aparato psíquico no nos permite ser felices, ni tener una satisfacción absoluta; la felicidad son pequeños momentos. Y en su texto, “El malestar en la cultura”, nos afirma que el ser humano, a lo largo del tiempo, a través de la cultura, ha sacrificado un trozo de posible satisfacción y felicidad a cambio de procurar seguridad a dicha cultura, el mantener la sociedad unida y poder funcionar como tal. 

Entonces, ¿es posible contar con salud mental absoluta? ¿Es posible un bienestar total y completo? Humanamente podríamos decir que no. El planteo que quiero transmitir es que no se puede pensar en una absoluta plenitud de bienestar como tal, salvo aquel amor eterno que Dios nos ofrece día a día. Sin embargo, a pesar de conocer esto, en nuestros espacios de fe existe la depresión, la ansiedad y el suicidio. ¿Cómo enfrentar o resolverlo desde nuestra posición como líderes, Soldados o miembros Salvacionistas? 

Es evidente, no se puede pensar en una solución total porque los procesos que cada ser humano tiene para sí son diferentes. Sin embargo, sí podemos direccionar modos de afrontar y pensar una estabilidad emocional. Ya lo anticipaba el psicoanalista Sigmund Freud en una entrevista que le hicieron en el año 1939, cuando un periodista le preguntó qué era para él una persona sana, madura e integrada en la sociedad. Ante una pregunta relativamente difícil de contestar, el doctor Freud respondió: “Amigo mío, cualquier persona capaz de amar y trabajar”. 

Amar, implica un desarrollo emocional y una madurez psíquica capaz de comprometer y valorar la interdependencia que se logra con la pareja cuando el sentimiento es verdadero y recíproco. Quien conoce a Dios, conoce el amor verdadero: éste brota de una mente sana con valores y principios que soportan los sentimientos y motivan las acciones hacia quienes se ama. 

Trabajar, implica la capacidad de aceptar retos, comprometerse y articular relaciones interpersonales de forma útil que generan resultados para un grupo de personas y para sí mismo. Lograr de manera exitosa objetivos individuales y grupales por medio del trabajo, implica el desarrollo y puesta en práctica de habilidades cognitivas, emocionales y prácticas que denotan en el individuo un estado de conciencia, propio de una persona saludable. 

Como ven, no planteo la fórmula absoluta de vivir UNA “Salud Mental” idónea y perfecta, pero sí propongo enfocar las actividades cotidianas en esas dos acciones. Entonces, ¿cómo amas? ¿Cómo trabajas?  

Referencia bibliográfica

Cuauhtemoc, C. (2012). Ser feliz es la meta. Ediciones Selectas Diamante. 

Organización Mundial de la Salud. (2022). Salud mental del adolescente.

Organización Mundial de la Salud:

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/adolescent-mental-health 

Sigmund, F. (1930). El malestar en la cultura. Amorrortu editores. 

Sigmund, F. (1903). El método psicoanalítico. Amorrortu editores. 

Es Para Locos

“La palabra puede expresar el ser del sujeto, pero hasta cierto punto, nunca lo logra”.

- Jacques Lacan

En los comienzos del psicoanálisis, se hizo mucho énfasis a la palabra, es decir a escuchar aquello que el sujeto llevaba a consulta. De hecho, los comienzos psicoanalíticos fueron bien particulares, en donde el Dr. Freud invitaba a sus pacientes a hablar de lo que se les ocurriera en ese momento, la consigna era: “Diga cualquier cosa, lo primero que se le venga a la cabeza”.

Esto nació gracias a la señora Emmy Von N. quien era atendida por Freud y que, en una de sus entrevistas, reclamó a viva voz que la deje hablar, cortando así las intervenciones directas que Freud tenía con ella. Fue entonces que surgió esta peculiar forma de trabajo terapéutico en el consultorio, escuchando lo que aqueja al paciente. El doctor la entendió y cambió rotundamente su metodología de trabajo a partir de ahí.

A medida que la terapia psicoanalítica ganaba lugar, el trabajo con la palabra se hacía más conocido en el medio. Muchos optaban por hablar y encontrar solución a sus problemas y otros optaban por tipos de intervenciones diferentes.

Hasta acá surge una cuestión: ¿Cómo es posible que exista cura a ciertos problemas con sólo emitir palabras, con tan sólo hablar?

“Hablar libera”, “Hablar hace que te quites el peso de encima”, “La atención que recibo cuando me escucha, es única” (…). Estas son algunas de las frases que se escuchan cuando alguien “descarga” sus emociones con un amigo/a o, en su defecto, con un profesional de salud mental.

El psicoanálisis constituye un espacio privilegiado para el estudio de la palabra; ella es protagonista en la cura. Se trabaja con la palabra, con la palabra del paciente y la palabra del psicoanalista. Se habla y se escucha. En su sentido más puro, el psicoanálisis es “palabra pura”.

¿Van a psicoterapia/análisis/terapia solamente los que están locos?

En su libro “Todo el mundo es loco”, el psicoanalista J. A. Miller propone algo interesante respecto a la concepción de locura y “normalidad”. Asegura que la locura es consustancial a la condición humana, pero distingue la locura de todo el mundo de la locura de uno solo. Es decir, un modo brillante de no olvidar que dentro de la locura universal existe también la singularidad del psicótico, que es otra cosa, aunque forme parte de la familia del universal. Podríamos decir que cada uno desde su singularidad es un ser esplendoroso, con muchas habilidades que otro no tendría.

Para Freud el arquetipo humano fue el neurótico, el sujeto que mejor encarna el descubrimiento del inconsciente, aquel que respeta las normas y que rige su vida en base a las costumbres comunes de la sociedad, o no, pero que tiene conocimientos de la ley.

Entonces, ¿Quiénes van a terapia? El pensamiento colectivo dirá que la terapia es para locos y que cada uno es hábil para controlar sus emociones, sentimientos y problemas. También existe el pensamiento que, si uno habla con un amigo, las penas y problemas se van.

Dentro de la iglesia existen camaradas que padecen problemas emocionales, y por supuesto la confianza y entrega que se le hace a Dios es efectiva y la mejor que se puede hacer. Es lo primero que debería pasar cuando alguien presenta una dificultad emocional o de cualquier índole: entregarlas a las manos del Padre.

En algunos casos, es evidente que ese camarada, hermano, amigo en Cristo necesita de un sustento diferente, además de recibir palabras de ánimo, escucha y oración.

El ser humano carga una vida muy pesada sobre sus hombros; digo carga, porque en la mayoría de los casos es así. Literalmente transporta de un lado a otro la vida que le impusieron, los sueños que le marcaron y la profesión que eligieron por él o ella. Llegando al punto de decir, “¿Qué hago? ¿Por qué no disfruto lo que hago? Siempre me pasa lo mismo, no puedo parar”. En fin, muchas formas de queja que se convierten en angustia, depresión o simplemente un sentimiento que no se puede entender ni explicar al momento de poner en palabras.

Obtener el bienestar social, ya se torna difícil y pensar en bienestar emocional personal, en algunos casos es aún más; no se encuentra satisfacción con lo que se hace, nada es suficiente y se necesita más para estar bien o para tener una vida acorde a los demás, socialmente hablando. Hay un empuje a estar todo el tiempo mejor que el otro y la competencia puede ser un paralelismo interminable en donde no se encuentre un punto de satisfacción o plenitud.

Es ahí en donde el ser humano encuentra la falla, reconoce esa marca y da cuenta que hay algo que no funciona y, además, le hace mal y/o no le deja avanzar. Estos pueden ser motivos para consultar con un profesional y encaminar, de a poco, todas esas falencias.

La experiencia no puede ser igual para todos, sin embargo, sí se podría asegurar que al depositar ese agujero problemático que no deja avanzar al sujeto, en manos de un profesional, los cambios podrían venir paulatinamente y la estabilidad consigo. No hablo de un chasquido de dedos y de una solución en segundos, hablo de un espacio de contención y escucha, en donde la persona podrá encontrar tranquilidad al exponer aquello que no funciona y que le hace padecer angustias, problemas, repeticiones, etc.

Desde el psicoanálisis podemos postular a esta falla como el síntoma, aquello que no puede caminar juntamente con la persona porque no le deja avanzar. Eso que no anda bien y que no funciona.

Manejar o reencausar el síntoma será trabajo del profesional, sin embargo, la estabilidad y el control de sí, podrán estar con el paciente poco a poco.

La psicoterapia/análisis/terapia, no es para todos, pero sí para muchos y también para ellos.

Referencias bibliográficas:

Lacan, J., El Seminario de Jacques Lacan: Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1981, 25, 380.

Miller, J. A., Todo el mundo es loco, Paidós, Buenos Aires, 2015

Entrevista - Gustavo Dessal:
https://www.youtube.com/watch?v=Q7-eEBUCZrs&t=19s

Paren el Mundo, Me Quiero Bajar

“No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús”.

- Filipenses 4:6-7

¿Qué tan a menudo quieres controlar situaciones externas a ti?

Actualmente la modernidad avasalló con la educación y formación intelectual de los seres humanos. Tanto así que encontramos individuos vacíos de sentido que deambulan en las calles, universidades, empresas, sin tener un rumbo fijo. Así también, sujetos ensimismados sin preocuparse por el otro.

La pobreza, la injusticia, la explotación del hombre no constituyen fenómenos naturales, sino problemas sociales que dan cuenta de la cuestión social contemporánea. El sociólogo Z. Bauman introdujo un término muy interesante para tratar de explicar el fenómeno social que atravesamos en la actualidad, “líquido”: tiempos líquidos, amor líquido, modernidad líquida.

Podríamos decir que esa ley que regía en la sociedad (valores, buenos hábitos, estilos de vida, etc.) entró en fase de descompensación y comenzaron a desaparecer paulatinamente. Lo que apareja consigo el aumento de casos en hipertensión arterial, ansiedad, diferentes tipos de pánico, estrés, depresión, entre otras. A propósito, un estudio realizado en el 2019 por el Ministerio de Salud de la Nación demuestra que, en Argentina, el 34.6% de la población presenta presión arterial elevada. ¿Este hecho será casualidad o tendrá una raíz?

En su novela llamada “El Túnel”, Ernesto Sábato expone a su protagonista como una persona ansiosa, de pensamiento compulsivo y desenfrenado, al punto de desconfiar de sí mismo porque no podía pensar con claridad. En diferentes ocasiones, el Sr. Castel, invadido por su compulsión, esperaba horas en cierto lugar para lograr, por lo menos, ver a su “amada”. Esa sensación envolvente e inexplicable, que para muchos podría llamarse ansiedad, no le permitía estar tranquilo.

Escuchar quejas como: “Tengo ansiedad”, “Estoy comiendo por ansiedad”, “Me agarró ansiedad”, pueden ser comunes en nuestro círculo de amistad y/o relacionamiento social, al punto de pensar que es normal sentir algo en el cuerpo que me lleve a hacer una acción para calmar cierta emoción o sensación.

De acuerdo con la definición, la ansiedad es un estado emocional displacentero, cuyas causas resultan menos claras; a menudo se acompaña de alteraciones fisiológicas y de comportamientos similares a los causados por el miedo. Al ser excesivos y continuos, es probable que la persona padezca taquicardia, respiración agitada, entre otros síntomas, impidiéndole realizar la tarea pautada o inhibiendo el trabajo que tiene que realizar.

Efectivamente, este panorama hace que la persona que enfrenta ansiedad no avance en su tarea. En algunos casos esto perdura y el estancamiento es aún mayor. Son muchos los factores que alteran la tranquilidad, en párrafos anteriores lo planteo. Sin embargo, ¿Cómo se logra “desenchufarse” de la presión social para no lidiar con la ansiedad?

Bíblicamente podemos encontrar una solución eficaz y primordial que nos da la clave para poner tranquilidad y dejar las preocupaciones en el mejor lugar. Dios controla y apacigua el corazón sufriente. Si no se logra entender que esta es la base para superar estas alteraciones, debería haber un viraje de estilo de vida y pensamiento.

Referencias bibliográficas:

https://www.infobae.com/salud/2022/05/16/mas-del-60-de-los-hipertensos-no-controla-su-presion-arterial/

Depresión (parte 1)

“Cuando estamos ante algo imposible solo queda un camino: hacerlo.  Lo imposible está para hacerse, no es para prometerse; claro que tiene un requisito: No retroceder ante el deseo imposible que nos habita”.

- J. Lacan 

Ante un empuje constante a estar bien, equilibrados, sin ausencias y perfectos, se genera una sensación de insatisfacción constante en las personas. Vivimos en un mundo demasiado conflictivo en donde las exigencias a seguir y no parar son obligaciones imperativas para cada uno. No se sabe el rumbo, pero la aceleración por “hacer” o “tener que ser” está presente. 

Tenemos a la familia como institución que no marca los límites, atravesada por una crisis muy importante en el desenvolvimiento de valores y estándares de convivencia social, que también se ve afectada por la conectividad constante con la pantalla (gadgets). 

Podríamos decir que la depresión es uno de los principales malestares de esta época, acaparando los diagnósticos psicológicos y siendo uno de los principales motivos de consulta para el profesional psicólogo. En cuanto a la sintomatología, depresión es aquella sensación de agotamiento emocional que engloba una sensación de sinsentido, es decir, que todo alrededor no funciona, no tiene valor ni razón.  

Psicoanálisis y depresión 

Etimológicamente, “Depresión” proviene de “prémere”, que significa: hundimiento, oprimir, empujar hacia abajo; y del latín “depressus” que significa: abatimiento. La depresión es un conjunto de afectos que la persona padece: tristeza, inhibición, desgano, crisis de llanto, angustia, frustración, aislamiento, dolor. Los síntomas están presentes y tienen un lugar destacado en la vivencia de esa persona. 

Vean, la depresión se presenta como un “no va más”, “no puedo más”, “ya no aguanto”, podríamos decir, una situación imposible de soportar. Cada persona está afectada de una manera particular; cada cual recibe la ruptura emocional de una manera diferente. Sin embargo, lo no soportable se presenta como un golpe que destruye la fortaleza que había de base. 

Ante esta situación hay una renuncia absoluta a las actividades que la persona venía realizando. El doctor S. Freud dirá que esta “renuncia” a cierta función dará lugar a la angustia, así también llevará a una “limitación funcional del yo” e invita a comprender la inhibición general (renuncia de funciones) como un signo importante a tomar en cuenta en la persona que atraviesa una depresión. 

En esa instancia, será difícil pensar en el deseo o en aquello que se vuelva motor para la persona. La propuesta del psicoanálisis siempre será ayudar a que esta persona, se encuentre con su deseo y que lo pueda desplegar (tarea nada fácil) en la vida. En la depresión, la persona (sin saberlo ni notarlo) tiene encerrado su deseo, preso e imposibilitado de expresarlo.  

Medicación y depresión  

Los medicamentos para la depresión están a la orden del día, es como si estuvieran compitiendo con el surgimiento y empoderamiento de lo inmediato en el sistema. Estos prometen principalmente terminar con la depresión y taponar lo que se podría decir/hablar de ella. La pastilla, además, de tapar la boca, se predispone a “mutear” las palabras que están cargadas de angustia. 

La costumbre está siendo cada vez más fuerte, taponar la falta con lo inmediato, este puede ser un aparato tecnológico, medicamentos, vínculos fugaces, en donde predomina la pantalla, la imagen y no la palabra. Si lográsemos entender la importancia de poner en palabra lo que duele y tolerar la falta, podríamos tener la vacuna para la depresión.  

Referencias bibliográficas

Freud, S.; “Inhibición, síntoma y angustia”, tomo XX, Amorrortu Editores, 1989. 

Asociación de Psiquiatría Americana; “DSM IV”, Editorial Masson, 1995. 

Depresión (parte 2)

¿Cristianos deprimidos? 

El Señor dirige los pasos del hombre y lo pone en el camino que a Él le agrada; aun cuando caiga, no quedará caído, porque el Señor lo tiene de la mano. 

Salmos 37:23-24 

En el anterior escrito, propuse a la depresión como: “Una situación imposible de soportar, en donde cada persona se ve afectada de manera particular y cada uno percibe la ruptura emocional de una manera diferente”, posicionando a la persona en un lugar de abatimiento, desazón y quebrado de deseo para realizar sus actividades. 

En cuanto a estadísticas y datos de la OMS, tenemos lo siguiente: “Se estima que el 3,8% de la población experimenta depresión, incluido el 5% de los adultos (4% entre los hombres y el 6% entre las mujeres) y el 5,7% de los adultos mayores de 60 años. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas sufren depresión. La depresión es aproximadamente un 50% más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.  

En cuanto a datos de Argentina, tenemos niveles de alteraciones psicológicas llamativas. Un estudio realizado por ODSA (Observatorio de la Deuda Social Argentina) de la Universidad Católica Argentina muestra que el año 2022 fue el peor en términos de salud mental y emocional entre los argentinos desde el año 2010, con altos niveles de malestar psicológico, infelicidad y aislamiento social. El estudio señala que el trabajo de investigación puso en relieve un déficit en el estado de salud general de las personas según su autopercepción y advirtió que esta condición en esta etapa postpandemia afectó sobre todo a los grupos con mayor vulnerabilidad socio-ocupacional, que sufren las consecuencias de la crisis económica y social. 

Es difícil concebir una problemática sin vivir la experiencia en el cuerpo, los datos pueden ser superfluos cuando la crisis no es atravesada o vivida por la persona. A lo largo de estos últimos cinco años (con la pandemia de por medio) logramos captar estudios interesantes respecto a los problemas psicológicos y su crecimiento. 

En cuanto a nuestro medio de fe, la temática de la depresión no se conversa o trata de manera directa dentro de nuestras iglesias, podríamos decir que en cierto punto fue un tema “tabú” para conversar. Esto nos indica que la situación de depresión y otras alteraciones psíquicas, están presentes en estos espacios y no podemos dejar de lado la escucha para estos casos. 

En muchos de los programas cristianos, es difícil pensar que una persona creyente pueda deprimirse, sin embargo, este hecho es una realidad. En la biblia encontramos líderes importantes que pasaron por situaciones complicadas en su vida y/o ministerios y que tienen relación con la depresión, pérdidas y angustia. 

¿Qué debemos hacer ante un caso de depresión? Es importante primero, entender la raíz de vida y felicidad que sostienen nuestra existencia. Cristo vino al mundo a morir por nuestros pecados y darnos vida en abundancia. A través de Él, podemos llegar al Padre. Necesitamos entender que Dios conoce nuestra aflicción y que puede revertir este sentimiento por paz y que puede cambiar nuestro entorno de oscuridad. 

Al comprender la matriz de vida, podremos entender que la ayuda profesional será una herramienta inevitable para el bienestar de la persona. Así también habrá casos en los que se necesite el trabajo profesional tanto psicológico como psiquiátrico. Sin embargo, al tener presente a Jesús como fuente de vida, la problemática tendrá otro tinte y el abordaje fundamentado en la fe, tendrá otro efecto en la persona. Si puedes acompañar, escuchar y ser de guía para alguien que padece de esta dificultad, no dudes en permanecer firme, Dios renovará tus fuerzas. 

Referencias bibliográficas

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression 

https://www.infobae.com/salud/2023/07/10/por-que-la-salud-mental-y-emocional-de-los-argentinos-esta-en-su-peor-momento/ 

General: Lyndon Buckingham
Director: Coronel Philip Davisson
Editora: Mayora Sandra Cerezo
Traducción: Laura Booth y Ayelén Rocca
Redes Sociales: Walter Garro
Diseño Gráfico: Ayelén Rocca

Publicación del Ejército de Salvación de septiembre/octubre 2023 | Territorio Este de Sudamérica: Argentina, Uruguay y Paraguay.