“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. 

Hace casi 4 años que vivimos mundialmente un tiempo en que nos preocupamos excesivamente por la limpieza. Era algo que condicionaba nuestro bienestar y nuestra salud. ¡Gracias a Dios y al esfuerzo de todos, pudimos superarlo! Aprendimos mucho sobre desinfección de manos, ambientes y sobre la limpieza profunda. 

Claro que Jesús, cuando menciona esta bienaventuranza, deja muy en claro el tipo de limpieza que espera que tengamos/hagamos. No es una limpieza normal, que se hace con agua, jabón y lavandina. Jesús nos llama a ser “limpios de corazón”, porque solamente esa limpieza nos permite ver a Dios. 

Lutero hace esta comparación entre la limpieza física y la limpieza que Cristo espera: 

 "Aunque un obrero común, un zapatero o un herrero, puede estar sucio y lleno de hollín, o puede oler mal debido a que está cubierto de suciedad y alquitrán...y aunque apeste por fuera, internamente es incienso puro delante de Dios, porque considera la palabra de Dios en su corazón y la obedece".  

La clave y la condición acá, es la importancia que debemos dar a la limpieza interior. Pablo, en Hebreos, nos deja esto bien en claro: “Sin santidad, nadie verá al Señor”. 

Ser limpio de corazón abarca todas las áreas de nuestra vida. No podemos pretender vivir una vida santificada en nuestra casa, si en el trabajo somos personas maltratadoras, y no respetamos a los demás. No podemos ser miembros activos en la iglesia, ser el mejor predicador, y en casa basurear a todos. O mismo revestirnos de bondad en una parte de nuestra vida, y tratar con arrogancia a quienes son diferentes a nosotros. Son estilos de vida que no condicen con lo que Jesús espera. 

Los fariseos eran especialistas en limpieza. Vez tras vez hacían una limpieza exterior profunda, pero por adentro, como Jesús mismo los comparó en Mateo 23: “sois semejantes a sepulcros blanqueados, que, por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. 

Es tan interesante pensar que la mayoría de las bienaventuranzas que Jesús nos enseña tiene que ver con el prójimo, y cómo nos relacionamos con él. Nuestras relaciones están directamente ligadas con el “ver a Dios”.  

No es por casualidad que el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo. La manera en que nos relacionamos con el otro está ligada a esa limpieza a la que Jesús se refiere. 

¿Pero cómo ser limpio de corazón? ¿Cómo ver a Dios?  

David fue un hombre que buscó vivir limpio de corazón, hizo muchas cosas que no debía, cometió muchos errores, pero buscaba constantemente ver a Dios, y lo entendió cuando rogó al Señor que le diera un corazón limpio, y renovara un espíritu recto (Salmo 51:10).  

La clave está en buscar vivir como lo hizo Jesús. Él buscó hacer lo correcto, trató a las personas de manera correcta, alimentó su relación con Dios y practicó cada día cada una de las bienaventuranzas. 

Este desafío y búsqueda individual por ser limpios de corazón es un esfuerzo intencional, así como el que vivimos en el año 2020, que seguramente nos resultará en la consecuencia más hermosa para el cristiano, la de ver a Dios. 

“¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Solo el de manos limpias y corazón puro...” 
(Salmo 24:3-4) 

Capitana Elisa Evans 

Mi nombre es Lucas, soy de la ciudad de Trelew, y asisto al Cuerpo de Trelew desde el año 2006. Llegué, en ese tiempo, por la música, invitado por un compañero del colegio. 

Yo tocaba en la Banda Juvenil de la provincia de Chubut, e invité a este compañero para que se uniera, y él me dijo que iba a ir, pero que yo tenía que ir a su iglesia. Así fue como me acerqué al Ejército de Salvación. 

Pasaron los años y me fui acercando e involucrando cada vez más, especialmente en lo musical. 

Hace unos años atrás comenzó a funcionar en el Cuerpo la Escuela de Música, así que pasé a formar parte de esta, enseñando bronce a los principiantes, y dirigiendo la Banda del grupo de los más avanzados. 

Una de las cosas que me gusta del programa es que los niños, adolescentes y jóvenes que participan de las clases, encuentran en la escuela de música, no solo un lugar para aprender un instrumento o una danza que les gusta, sino, además, contención, compañerismo y un espacio del cual sentirse parte. Muchos de los chicos que participan del programa provienen de barrios de bajos recursos y de contextos familiares complicados, y expresan que la música y la danza los ayuda mucho en la vida personal. 

La escuela de música es parte de mi vida, disfruto mucho de pertenecer a la misma, esto me llena, y siento gran satisfacción al compartir mis conocimientos con esta comunidad tan linda. 

Actualmente soy el Director de la banda del Cuerpo de Trelew y Director de la Escuela de Música, agradezco a Dios la oportunidad de poder servirle a través de lo que me gusta, la música. 

Lucas Calfú 

"Habéis sido enseñados, en cuanto a vuestra antigua manera de vivir, a despojaros de vuestro viejo hombre, el cual está siendo corrompido por sus deseos engañosos; ser renovados en la actitud de vuestras mentes; y revestirse del nuevo hombre, creado a semejanza de Dios en la justicia y santidad de la verdad". 

(Efesios 4:22-24) 

Para reiniciar es menester concluir. 

Iniciar o avanzar es parte de la vida del ser humano, y más cuando estamos inmersos en una sociedad que demanda estabilidad social, económica y emocional. Sin embargo, estar en ese lugar implica una disposición de cambio y acomodación constantes, que no es soportable para muchos. La sociedad empuja a cambiar, exhorta a estar a la “moda” y ofrece un lugar en algún grupo social o ideología, por ende necesitas tener una opinión establecida para “encajar”. 

Avanzar trae consigo sacrificio, de por sí, es complejo. Los factores son muchos. Ahora bien, avanzar con cargas y con el pasado en la cartera, se hace más difícil y complejo aún. Se me viene a la mente esa ilustración en donde un hombre carga una mochila enorme que dice “orgullo”, lo hace a paso de tortuga, emplea un esfuerzo enorme para llegar a la meta, sin embargo, le cuesta moverse de donde está. O aquel otro que, perdido en el camino, avanza de manera circular sin llegar a ningún lado, simplemente por no soltar una bolsa que tiene como nombre “pasado”. 

¿Puede el pasado estancar tus ideas y prosperidad? Por supuesto que ¡sí! El pasado puede determinar tu avance en el presente. El pasado, como tal, no te enmarca y delimita solamente, sino que apaga y arranca el deseo de hacer algo diferente en tu vida, logrando un estancamiento, con falta de ideas nuevas para avanzar. 

A este mal,  podemos añadir los ciclos inconclusos que presentan al sujeto un escenario de repeticiones compulsivas un tanto hostiles. Estos pueden ser: relaciones de “amor” que no terminaron por completo, insultos que no se pueden olvidar, acciones de maldad que alguien cometió, malentendidos que se convirtieron en guerras, y así el listado puede seguir. El punto es identificar lo que no se puede olvidar para sacarlo, ponerlo en palabras y sentir la resolución de la situación al expulsarlo desde lo más profundo. 

Presento estos problemas como repeticiones compulsivas, actos que se repiten constantemente y no se pueden dejar de hacer o sacarlos por completo de la vida del sujeto, bucles que no pueden ser resueltos para un avance o un “vuelco de página”. Definitivamente, avanzar o reiniciar cuesta. Hay que pagar con cuerpo, tiempo y perseverancia. El pasado está cargado de recuerdos y muchos de ellos son malos. Así también acciones difíciles de sacar, hábitos encarnados y costumbres enraizadas que con el tiempo se las tendría que podar desde la raíz, y eso trae consigo dolor. Dar un nuevo comienzo duele, y duele más si no se trabajó en la poda, con dedicación e integridad. 

Entonces, avanzar y/o reiniciar trae dolor porque hay algo que se necesita sacar del cuerpo. 

Dios permite y da la posibilidad a cada uno de reiniciar la vida con amor y gracia. Los comienzos en Él serán diferentes porque traen esperanza y no vienen del hombre. Por otro lado, esas conductas de repetición incompresibles y dañinas pueden ser tratadas por un profesional en salud mental. Desde este lugar, extiendo la invitación a que puedas analizar lo que atraviesas y si es necesario, acudir a uno. 

Psicólogo Clínico Herlan Bravo